domingo, febrero 15, 2009

"Tu dibuja las ilustraciones, que yo te hago la guerra"

Esa fue la contestación de editor William Hearst al dibujante de su periódico, quien, tras varios días de estancia en La Habana (Cuba) a finales de 1897, telegrafió a su jefe confirmándole que el hundimiento del Maine no había provocado ningún conflicto.

En su afán por vender periódicos y enriquecerse, Hearst aprovechó el hundimiento de la embarcación para culpar a España de los hechos y, así, fabricar un conflicto que reportaría muchos beneficios. Al New York Journal, ya que para España supondría la pérdida de otra de sus colonias, y unas cuantas vidas en la lucha.

Hay varias versiones del asunto. La mayoría no se creen que España hubiera hundido el submarino, tan solo fue un trágico accidente. Otros, más polémicos y anti-Hearst opinan que el ejército norteamericano lo había hundido a propósito.

Lo que está claro es que el señor Hearst y su periódico tuvieron mucho que ver en la magnificación del suceso (fuera o no real). El objetivo de este artículo es explicar el funcionamiento de esa palabra que tanto se escucha estos días, y que fundó, entre otros, el señor William Hearst: Sensacionalismo.

Como bien dice la RAE, el sensacionalismo es la "Tendencia a producir sensación, emoción o impresión, con noticias o sucesos". En el mundo del periodismo, se considera un periódico sensacionalista aquel que resalte y cuente las noticias de forma que cause la impresión del lector a pesar de que la información sea totalmente banal. La práctica acusada de esta tendencia da una reputación nefasta al periódico (desde la profesión), aunque usualmente tiene muchos lectores.

Ejemplo de titular sensacionalista:



Sin embargo, ¿Por qué es malo el sensacionalismo? Pues porque se considera que engaña al lector de una manera muy cobarde. Realmente sería muy facil hacer titulares de ese tipo con cualquier noticia, sin embargo, la objetividad y veracidad de la información son valores vitales e indispensables debido a su función educadora. "Hay que saber darle a las cosas la importancia que tienen". Aunque esto plantee un serio debate moral.

¿Otros ejemplos de sensacionalismo en la prensa española? El primero que se me viene a la cabeza es la cobertura del último accidente aéreo de Spanair. Está claro que fue un suceso trágico y que merecía de cualquier forma la primera plana de la jornada en todos los diarios y telenoticieros. Sin embargo, pasado el día, la cobertura comenzó a ser exagerada. Encendías la televisión a cualquier hora del día y hablaban del avión. Abrías un diario y hablaban del avión. Hasta tal punto la opinión pública estaba consternada que se llegó a declarar un día de luto nacional.

Si, fue un accidente muy catastrófico y que consternó a muchas familias. Pero, ¿No tendrá que ver el hecho de que fuera verano (es decir, vacas flacas para la tele y los diarios) en la tan acusada, y en ocasiones, insultante cobertura que se hacían de los hechos? Mi opinión es que totalmente.

Moraleja:

Sensacionalimo: Lo justo y necesario.

ACTUALIZADO: Mirad lo que me he encontado:

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Será todo lo reprochable que se quiera, pero anda que no me lo pasaba bien en Londres y Dublín comprando el Sun o el News of the world.

Realmente en España la prensa no tiene mucho de sensacionalista (algo sí, no hay más que ver algunos titulares, y recuerdo perfectamente un titular de El Mundo el día siguiente del accidente de Barajas que me produjo vergüenza ajena), pero sí lo tiene la televisión (aunque con la que le está cayendo a Telecinco no sé cómo va a seguir la cosa) y ésta ha sido atacada por activa y por pasiva por este hecho, quizá porque hubo un momento en el que todas las generalistas iban a la caza de las mayores cotas de sensacionalismo y no existe una oferta tan amplia de canales por abierto que de diarios, al fin y al cabo si no quieres leer el ¡Qué me dices! siempre puedes coger la National Geographic de Historia, mientras que canales puede que sólo tengas seis o siete en abierto a lo sumo y no todas las casas tienen canales temáticos.

Y yo, que soy un amante de la frivolidad en muchos aspectos de la vida, creo que algo de sensacionalismo nunca viene mal. Que a veces a uno le cansa leer tantos titulares sobre corrupción y espionaje en un partido, la crisis económica o el genocidio cometido por los israelíes en Palestina.