viernes, septiembre 17, 2010

Familia

Amy y Eric

Desde el bajo situado en alguna calle del barrio griego de Toronto, Canadá, entro en mi blog. El sistema informático me dice que fue hace dos semanas cuando escribí mi última entrada, sobre mi estancia en el hospital.

Ese sistema debería ser revisado, debe tener algún fallo grave. No puede hacer solo dos semanas.

Desde pequeño escuché decir a los mayores que lo más importante de todo era la familia. Yo, como buen niño pequeño, asentía. Sabía que la familia era lo más importante porque me lo habían dicho, no porque lo hubiera sentido así nunca. A lo largo de mi vida, y como en tantas otras cosas, llegué a cambiar de opinión. Reflexionando, llegué a la conclusión de que para mí la familia no era precisamente lo más importante.

En dos semanas, si hago caso a ese sistema (pues parece que hayan pasado milenios), he vuelto a cambiar de opinión.

Podría intentar catalogar los millones de gestos, palabras y momentos que han hecho volcar mi razonamiento. Podría intentar explicaros cual era mi concepción de familia antes de este viaje que estoy haciendo por América del Norte. Podría explicaros por qué Amy, Franklin, Eric, Katilyn y Haley han cambiado mi vida. Podría también contaros los planes que se me han abierto en mi futuro personal y profesional aquí, tan lejos de casa.

Pero no haré nada de eso.

Tan solo os diré que sí,

Crecer en una buena familia es lo más importante para un niño.

Haley y Franklin

Amy, Katilyn y yo