La importancia del "A quién"

Ya no podía soportarlo.
La falsa sonrisa que había estado expuesta durante todo el día en el escaparate de su cara había desaparecido por completo, como si fuese un maniquí cuyo dueño decide tirar definitivamente a la basura tras varias semanas de complicados balanceos y caídas aparatosas. Había una cosa que estaba clara: ya no era el mismo, no al menos su ‘yo’ interior.

Parecía increíble,
que algo que la gente juzgaba tan insignificante a él se le antojara tan inmenso.

- ¿Cómo lo harán?” – se preguntó – “¿Cómo son capaces de comportarse con tanta naturalidad a pesar de que una parte de su interior, más o menos importante, haya muerto?”

No se lo explicaba. Y cuanto más intentaba responder a sus preguntas más se daba cuenta de que éstas no tenían respuesta. No porque fuese tonto o no pensara lo suficiente, sino porque estaba preguntándole a la persona incorrecta.

¿A quién habría de preguntarle, pues? ¿Cuál sería la mente maravillosa que respondería a sus tan frustrantes preguntas? ¿Un psicólogo de gran renombre? ¿Un famoso sociólogo?

Con las horas, encontró el sujeto adecuado, al cual no se podían comparar ninguno de los anteriores.

Estaba claro: Tendría que preguntárselo a un amigo de verdad.