sábado, enero 24, 2009

Sentimientos colectivos

Es curioso ver cómo, en muchas ocasiones, un grupo de gente afectado por un mismo problema se puede unir en protesta. Si lo pensamos detenidamente, cada una de esas personas tendrá su propia visión del asunto, sin embargo, cuando afecta gravemente a todo el grupo o se soluciona, todos se unen en protesta o alegría.

Un ejemplo de ello ha sido el día de hoy. Resulta que los fuertes temporales que azotan el norte de la península dejaron sin luz a la residencia universitaria en la que vivo. Desde por la mañana, hemos tenido que vivir sin electricidad. Eso implica muchas cosas, ya que no podíamos cocinar (la cocina es eléctica), los bares tampoco tenían maquinaria a gas y, en general, no podíamos utilizar ningún aparato tecnológico (salvo el movil). En mi caso, símplemente me puse, durante las horas de luz, a leer. Lo más curioso fue el reto de ducharme sin luz. Toda una aventura.

Sin embargo, al llegar la hora de la comida, mis compañeros de piso y yo nos vimos en el problema de no poder cocinar. Pero eso no importó demasiado: nos pusimos todos manos a la obra y rápidamente arreglamos un pequeño almuerzo a base de embutidos y cosas frías, que compartimos entre nosotros. Es curioso, jamás habíamos estado así de contentos y unidos cuando había electricidad. La tarde transcurrió entre bromas y conversaciones. Sin embargo, a la noche, ocurrió lo más alucinante.

Cuando empezó a esconderse el sol, se veía por las ventanas a la gente saliendo, buscando sus últimos rayos. Pero el sol se fue. Todo estaba a oscuras, no se veía nada. La vida se complicaba. La nevera no funcionaba y los pocos que pudieron conseguir velas, las encendían y las compartían. Fue entocnes cuando ocurrió el milagro: La luz se encendió. Entonces, el júbilo fue inmenso: todos los habitantes de los pisos que dan a la gran calle común salieron de sus casas agitando y golpeando con fuerza cacerolas y otros instrumentos de cocina, provocando un ruído muy peculiar. En ese momento, probablemente más de 1000 personas estábamos celebrando, a la vez, la solución de un problema. La gente que no se conocía se saludaba por los pasillos. Todo era muy alegre y en buen ambiente.


Es curioso, a veces no nos damos cuenta.
Pero juntos, sonamos más que uno solo. Y solemos ser más felices.

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