martes, abril 06, 2010

Santa Semana 1: El final

A 300 kilómetros por hora y arrastrando una fugaz línea blanquecina, la Alta Velocidad Española cruza de lado a lado la península y me deposita, finalmente y salvo de todo peligro en la estación de Sants. Atrás quedan miles de kilómetros de recuerdos, anécdotas y horas de aeropuerto que me han acompañado en un viaje como nunca había hecho, o sea dicho de otra forma:

Un multiviaje. Una sucesión de segundos inolvidables, minutos eternos, horas contadas y pocos días en los que logré visitar 3 aeropuertos, embarcar en 5 aviones, subir a 2 AVEs... que me llenaron de melancolía, alegría y planes de futuro al tiempo que me permitieron visitar a la gran mayoría de personas que quiero y que están desperdigadas por todo el territorio español.

Un multiviaje en el que; un día, desayuné en Barcelona, comí en Madrid y cené en A Coruña. Un multiviaje en el que Cora, Nadia, Rika, Manu y Lucía me hicieron sentir en todo momento como si estuviera en mi propia casa (porque puedo llamar 'casa' a cualquier lugar donde ellos estén). Un multiviaje en el que conocí a Sharhir, un bohemio neoyorkino de 22 años recién licenciado cuyas poesías callejeras llenas de filosofía, mujeres, lecciones de vida y un sospechoso gusto por sustancias poco fiables fueron pioneras en demostrarme que el rap es realmente un arte, para quienes lo hacen de corazón (como todo).

Un multiviaje en el que Barcelona y A Coruña se fundieron por unas horas, en el que la música de Carlos Ruíz Zafón bañó de misterio mis pasos por 4 ciudades distintas de España y cuyas palabras, que destilan el color de la experiencia de un hombre que escribe me hicieron crecer y querer escribir... cada día un poco más.

Un multiviaje en el que también estuve solo, en el que caminé por ostentosos hoteles y humildes barrios marginales, mercados, monumentos... en el que respiré 4 formas de ver las cosas, en el que recordé lo pequeño que es el mundo y lo grande que se me antoja. En el que más que las diferencias, fui capaz de encontrar los puntos comunes. En el que me prometí viajar cada día un poco más.

Un multiviaje en el que me llamaron para dos entrevistas de trabajo.

Así que disculpen, mis distinguidos señores y apreciadas señoritas por estar a punto de mostrarles las lineas que acaban esta historia, pero este relato que todavía no he escrito se acerca a su fin, y sus últimas palabras son las siguientes:

"Entonces se fue a dormir con la impresión de no haber viajado en absoluto. De no haber movido ni un solo pie del piso que se encuentra en el 132 de alguna calle de Barcelona. No obstante, en el preciso instante en el que cerró los ojos, se sintió un año más viejo y mil veces más feliz.

Fue en ese momento que los destellos escarlata que desprendían las nubes de Barcelona lo sumieron en un onírico paisaje donde aviones, sueños, lágrimas, besos, abrazos, Ras Al Hanut y plumas vertiendo ríos de tinta sobre un libro en blanco se sucedieron en un bucle infinito que superaba la realidad sin llegar a la ficción, parando en todas las estaciones."

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