viernes, agosto 28, 2009

Encuentro


En una noche tranquila, el maestro y su discípulo estaban sentados en un tronco de árbol. No hacía demasiado frío. El lago que los escudriñaba, en este idílico paraje, reflejaba ese día una imagen muy llamativa.... un cielo lleno de estrellas.

Ambos obserbaban el poblado firmamento con ojos muy atentos.
De repente, el alumno se levantó. En su faz se adivinaba una expresión triunfante.

-Maestro, creo que la he encontrado.
-¿Tu estrella?
-Si. Ayer la ví y me pareció hermosa. Hoy la he estado observando, y me parece atractiva. Anteayer también nos estuvimos haciendo compañía, y me sentí extrañamente bien. Estoy totalmente seguro. Es ella. Sin embargo, una duda recorre mi interior: ¿Cómo la alcanzo?
-Camina
-Pero está muy lejos, maestro...
-Sin esfuerzo no se consigue nada. Camina.
-¿Y cómo puedo saber que, al llegar, ella me aceptará?
-Caminando.
-¿Y si me rechaza?
-¿Por qué lo iba a hacer? Os habéis mirado, os habéis observado, habéis pasado tiempo juntos y ámbos parecéis a gusto, pues ella sigue apareciendo cada noche.
-Yo no estaría tan seguro. Quizá solo... le guste verme.
-Ciertamente, ese es el caso.
-¡Maestro!
-Alumno... las estrellas son entes muy misteriosos. No hagas planes. Mientras ella siga apareciendo cada noche, mientras te siga observando, mientras paséis horas conversando silenciosamente... ella seguirá siendo tu estrella.
-Discrepo. Podría estar mirando a otro. ¿Qué haría, entonces?
-Como siempre, caminar.
-¿De nuevo?
-Si, cuando un camino falla, siempre hay otro.

...

-¿Y si... es... ella?
-Entonces lo tendrás todo, para siempre.


Entonces el alumno comenzó a caminar. Y el maestro rió silenciosamente con su estrella.